El cuidado de nuestros mayores

Me encuentro en ese momento de la vida en que, habiendo perdido a mi padre a la temprana edad de 57 años (un cáncer se lo llevó…), tengo una madre con 81, que en ocasiones no me reconoce.

mama_y_yo

Aún no sabemos qué es lo que tiene. La avanzada medicina aún no ha sido capaz de mojarse al respecto. Tiene toda la pinta de ser Alzheimer, pero que más da. En definitiva su cerebro se va formateando poco a poco y sus recuerdos se van borrando del más reciente al más antiguo. Se ha convertido en una persona a la cual no reconocemos. Es una enfermedad absolutamente terrible donde tengo mis dudas sobre qué parte es la que sufre más, si ella en su mundo sin recuerdos o nosotros, que recordamos lo que ha sido y ya no es. Hace años, mi amigo y ex compañero de Doñana, Miguel Delibes (hijo), cuyo padre también acabó siendo un extraño para sus propios hijos, me aseguraba que era aún más duro para los familiares que para el propio enfermo. En aquél momento me pareció terrible lo que aseguraba, pero es algo que hasta que uno no lo vive no lo llega a entender del todo.

Estoy en el aeropuerto de Madrid, esperando mi vuelo de regreso a Palma de Mallorca, donde vivo actualmente. He pasado un duro fin de semana con mi madre, que vive aquí, en Madrid y con mi hijo, que se ha desplazado desde Sevilla, donde estudia y vive actualmente. Creía que ya nada podría hacerme flaquear desde que estas Navidades, estando a solas con mi madre en su casa, ella se empeñó en llamar a la policía porque yo le era una auténtica desconocida. Entonces debí haberme quitado de su vista y esconderme. En lugar de hacerlo, la abracé llorando recordándole que yo era su hija Charina, pero fue en vano. Fue tan duro que no tengo forma de expresarlo con palabras…entonces me pareció tan inaudito que no pude evitar tener sentimientos de enfado hacia ella, pobre.  El caso es que no me ha vuelto a ocurrir. Aunque no parece saber bien quien soy, sí le sigo siendo familiar y parece gustarle mi compañía. A ver hasta cuando, aunque creo estar preparada para cuando vuelva a ocurrir.

Lo cierto es que cuando ya creía tener la situación bajo control, ocurrió algo que me volvió a descolocar. Ayer sábado me destrozó el alma, el corazón y todo lo que tengamos que guarde un mínimo de sentimientos y emociones. Estábamos solas en la cocina manteniendo una conversación surrealista, pero conversación al fin y al cabo. Hace ya tiempo que en ocasiones no reconoce la casa en la que vive desde hace más de 40 años y cuando eso ocurre, nos pide que la llevemos a su casa de Navia (Asturias), donde nació y pasó parte de su infancia y juventud. El caso es que ayer, de pronto la vi que se tapaba la cara con las manos y rompía a llorar desconsoladamente. Cualquiera que me conozca mínimamente sabe que yo no puedo ver llorar a alguien y no acabar igual. Soy así, de lágrima fácil. Es algo contra lo que llevo luchando toda una vida hasta que me he dado cuenta de lo saludable que es no ahogarse en la tristeza y sacarla en forma de lágrimas. Lo cierto es que también he llegado a llorar de alegría, sobre todo por los demás. Es realmente gratificante ver a la gente feliz, como es absolutamente terrible sentir la tristeza de los demás. Bueno, pues volviendo a mi madre…lloraba desconsoladamente porque se sentía sola y quería que llamase por teléfono a Navia para ver si ella podía irse para allá. Decía que estaba dispuesta a ayudar en la botica en lo que fuera (de joven hubo un tiempo en que ayudaba en la farmacia de su padre). Pobrecita, no se daba cuenta del estado en que se encuentra. Camina con muletas y en ocasiones hasta hay que ayudarla a levantarse. Aproveché la coyuntura para abrazarla, besarla y decirle cuanto la quiero. La pobre nunca fue cariñosa con ninguno de sus 9 hijos, como tampoco nos permitió que lo fuéramos con ella. Mi padre nos pedía un beso de buenas noches, pero ella nos decía que no hacía falta que se lo diéramos (curioso a la par que terrible, ¿no os parece?). No me meto en razones, pero entiendo que cuando pierdes a tu madre con 5 años, como fue su caso y te mandan a vivir con dos tías tuyas hasta los 10 años, lejos de tu padre y de tu montonazo de hermanos (7 u 8, creo, por aquel entonces) ahí ha faltado la figura de una madre en una edad muy critica. Por tanto, si algo positivo tiene todo esto, es que en ocasiones estoy pudiendo darle el cariño que siempre he querido darle (y recibir) y no he podido. Tiene momentos huraños en los que quiere estar sola, pero también muchos en los que pide a voces atención, compañía, cariño. En ese aspecto, me vuelvo pletórica a Mallorca tras haber podido vivir una experiencia así. Haber podido estar consolándola cogiéndole la mano, acariciándola, tranquilizándola, abrazándola, besándola…no, realmente no tiene precio. La experiencia ha sido tan triste como gratificante.

Quiero pediros a todos los que tenéis a vuestros mayores con necesidades de atención, vuestra ayuda y cariño para con ellos. Que no los abandonéis, que no os justifiquéis diciendo que os debéis a vuestra actual familia (es decir, a vuestra mujer/marido e hijos). Es una postura fácil, cómoda y egoísta. Así no sufres y te proteges. Lo cierto es que nuestros hijos aprenden de lo que ven y viven, o sea, del ejemplo que les damos, por lo que es bastante probable que el día de mañana ellos hagan contigo lo mismo.

Considero que no es de humanidad dejar a nuestros mayores en la estacada. Ellos que han sufrido y se han sacrificado mucho para que nosotros seamos las personas que ahora somos. Cuantas noches habrán pasado sin dormir por nuestra culpa. Cuantos quebraderos de cabeza y preocupaciones les habremos dado. Lo habrán hecho mejor o peor, pero lo han hecho con la información que a su vez recibieron de sus padres.

Una sociedad que abandona a sus mayores es una sociedad despiadada y no merece ningún respeto por mi parte.

Sólo lamento no vivir cerca de mi madre para darle mas cariño y atenciones y a su vez descargar a esa parte de mi familia, a esos pocos hermanos, que tanto están sacrificando por ella.

¿Mi sueño? Que todos estuviésemos ahí, a pie del cañón, sin que nadie nos lo tuviera que recordar, porque esto es algo que uno tiene que hacer por iniciativa propia, ha de ser un acto voluntario. Lo cierto es que nadie tiene derecho a juzgar lo que hacen o dejan de hacer los demás, porque siempre habrá motivos por los que podrían juzgarnos a nosotros, ¿no os parece? Pero por favor, tened compasión de vuestros pobres e indefensos mayores, que son como niños desorientados en demanda de muestras de afecto y cariño, que cuando nos hacen daño no son conscientes de ello y que son tan agradecidos

Para mi esta ha sido la experiencia más gratificante en años.

Deseo de corazón haber removido conciencias, porque verdaderamente esa era mi intención.